Tomándote unos momentos para permitir que tu corazón se abra suavemente, dispuesto a escuchar, del mismo modo que una flor se abre con la calidez del Sol.
Permitiendo también que permanezca cerrado si este no es su momento de abrirse y, si ese es el caso, depositando suavemente las palabras sobre el corazón para que, cuando llegue el momento y se abra, las palabras puedan entrar dentro.